Nació en la ciudad de Buenos Aires, en el barrio de Almagro -calle Humahuaca 464-, el 11 de junio de 1900. Es el hijo mayor de Alberto Marechal, un uruguayo de ascendencia francesa nacido en Carmelo, y de Lorenza de Beloqui, argentina, de familia vasca. Su padre era mecánico y hombre de especial habilidad para la compostura y fabricación de todo tipo de artefactos. Trabajaba en una fábrica y su tarea consistía en el cuidado de una máquina a vapor. Tuvo tres hijos: Leopoldo, Hortensia y Alberto.
El campo del sur de la provincia de Buenos Aires, el recuerdo de Maipú y sus tipos humanos, de la parte de su familia allí afincada, constituyen temas centrales de obra - tanto poética como en prosa - de Marechal. Sin embargo, el escritor es un porteño de pura cepa y un apasionado de esa Buenos Aires de la que afirma en El banquete de Severo Arcángelo que "en razón de su origen y de sus todavía frescos aluviones, no es una sola ciudad si no treinta ciudades adyacentes y distintas, cada una de las cuales aprieta su mazorca de hombres y destinos en interrogación".
Marechal tuvo unos diez años de estrecho contacto con la vida rural debido a su "tío de campo" Francisco Mujica, casado con Martina de Beloqui, a la vez su tía materna y su madrina. Los Mujica, a quienes Marechal recuerda reiteradamente en el Adán de Buenosayres se habían instalado en Maipú . Fue en ese sitio donde Marechal tuvo su primer contacto con ese ámbito rural que lo apasionó y que más tarde llegó a constituirse en una remota edad dorada de su vida. A los diez años fue a Maipú por primera vez, - durante las vacaciones, y esta escapada de la ciudad habría de repetirse rigurosamente durante diez años. La aventura de Marechal consistía en acompañar a su tío Francisco, que era acopiador de frutos del país en pequeña escala, en las recorridas - viajes de 8 a 15 días - que éste realizaba por la zona comprando aves, cerdos, plumas de avestruz, girasol. Viajaban en un carro de los llamados vagones, de cuatro ruedas, con una lanza a la que ataban dos caballos, a los que acompañaban otros dos laderos. De aquellas recorridas sale el nombre del personaje central de su primera novela: al llegar a los puestos y estancias, la gente reconocía a Mujica por el nombre, mientras que a Marechal lo designaban solamente por su origen geográfico. Entonces decían así: "ahí llega Mujica con Buenos Aires".
1918 es un año importante en la vida del poeta. La muerte de su padre y su condición de primogénito lo obligan a hacerse cargo de su familia. Poco después es testigo de la muerte de su tío Francisco Mujica.
Este hecho marca el fin de la etapa de sus viajes a Maipú, y se inicia entonces su vida de trabajo, primero como maestro en una academia particular, muy pronto como empleado en la Biblioteca Popular Alberdi, de Villa Crespo, una institución que - dice Marechal - "va a tener mucha importancia en mi tercera novela". A los 20 años da comienzo a sus tareas docentes, que continuará ininterrumpidamente hasta 1955, fecha en que se jubila. La escuela Juan B. Peña lo contó, durante 20 años, entre su cuerpo de maestros, y es dicha escuela la que aparece en el libro V del Adán Buenosayres.
Hacia 1938 Marechal inicia actividades como profesor de enseñanza media, que continuará hasta 1955 (se graduó como profesor normal en Letras en la Escuela Mariano Acosta); aún durante su época de funcionario en la Subsecretaría de Cultura, el escritor mantendrá sus horas de cátedra secundaria, testimonio de una fervorosa vocación docente que se exterioriza en su primera novela, a pesar de la ironía y del buen humor con que aparecen, también, los defectos del mundo escolar.
En cuanto a su vida literaria, fue poeta muy tempranamente: "desde los doce años ya tenía la peligrosa costumbre de contar sílabas con los dedos, afirma; alternaba mis trabajos de rima con mis partidos de fútbol callejeros".
La etapa juvenil, en contacto con los escritores que inauguraban una nueva etapa de cambio literario influenciados por el ultraísmo, vincula a Marechal, primero con el grupo "Proa" y luego con el movimiento "Martín Fierro". Sus compañeros de este último son los destinatarios de su primera novela, dedicada "A mis camaradas ‘martinfierristas’, vivos y muertos, cada uno de los cuales bien puede ser un héroe de esta limpia y entusiasmada historia". En 1922 publica Los aguiluchos - un libro que el autor suele excluir de su bibliografía -; conectado a Proa desde 1923, allí publica Diterambo a la noche y en La Nación, El canto del miedo. Se ha iniciado la época del fervor literario, de las apasionadas conversaciones en el Richmond Florida y en los cafés de la Avenida de Mayo. Borges, vuelto a Buenos Aires en 1920, ha encontrado un grupo de jóvenes apasionados por la literatura y empeñados en su fidelidad a una "nueva sensibilidad". En este clima, Marechal quema su segundo libro, al que considera superado, y prepara Días como flechas, que aparece en 1926. En el mismo año Marechal realiza su primer viaje a Europa, uno de los viejos sueños del poeta.
Marechal se vinculó en España con los hombres de La Gaceta Literaria y La Revista de Occidente; en París frecuentó los grupos de plásticos argentinos y europeos que revolucionaban la pintura y la escultura.
De regreso a la patria, y tras de vivir las últimas campañas de Martín Fierro, ingresó como redactor fundador en el diario El Mundo, en el cual trabajó hasta 1929, en que realizó su segundo viaje a Europa. Antes de partir publicó las Odas para el hombre y la mujer, en las cuales ya se advierte un retorno al orden clásico.
En París, donde vivió hasta 1931, planeó su novela Adán Buenosayres y escribió la primera versión de los capítulos iniciales, obra terminada y publicada en 1948.
Volvió al país en 1931, se dedicó a la docencia; y una profunda crisis espiritual lo devolvió entonces a la Iglesia Católica.
Prosigue su obra poética y se suceden Laberinto de amor (1936), Cinco poemas australes (1938), Descenso y ascenso del alma por la belleza (1939). El centauro y Sonetos a Sophia de 1940, lo hacen acreedor a un premio nacional. Ocupa el cargo de Presidente del Consejo General de Educación y Dirección General de Escuelas de Santa Fe, que conserva durante casi un año. Luego es Director General de Cultura de la Nación y Director de Enseñanza Superior y Artística.
En 1948 viaja nuevamente a Europa. Desde 1955, al producirse la caída de Perón, Marechal pasa a una etapa de soledad y de olvido. Durante esos años continuó su obra poética El heptamerón y publicó en 1965, su segunda novela, El banquete de Severo Arcángelo.
En 1967 Leopoldo Marechal realizó su primer viaje a Cuba, permaneciendo allí durante los meses de febrero y marzo como jurado en un concurso literario de la Casa de las Américas. Esta experiencia significó una nueva apertura de su visión política.
Obras
Adán Buenosayres es un muy extenso relato dividido en siete partes o libros, según la terminología del autor. El personaje central, evidentemente autobiográfico, es el que da nombre a la obra. "El primero y más evidente sostén vertebral del libro es Adán - dice Graciela de Sola -, cuya biografía realiza el autor. Los cinco primeros libros están relatados en tercera persona. En los libros VI y VII ya el relato es hecho, directamente, en primera persona.
El prólogo indispensable que encabeza la novela nos informa que Adán Buenosayres ha muerto, habiendo sido enterrado devotamente por sus compañeros de andanzas. En claro simbolismo, pues, queda expresado que la autobiografía corresponde a una etapa definitivamente superada.
El banquete de Severo Arcángelo en 1965, diez y siete años después del Adán Buenosayres, significa su segunda novela.
Si en el Adán el novelista intentó una descripción alegre y vívida del mundo, descripción que se ubica dentro del esquema simbólico de la obra, en El banquete no existe en absoluto tal intento. Esta última obra carece, por lo tanto, de la riqueza descriptiva que había sido uno de los grandes aciertos de la primera novela de Marechal.
En el prólogo el autor nos advierte que El banquete es una novela de aventuras, o de suspenso, como se dice hoy: se dirige no a los niños en tránsito hacia el hombre, sino a los hombres en tránsito hacia el niño. Marechal intenta sugerir en su novela, el ámbito de Lo Extraordinario, fiel a una función que si bien tiene mucho de esotérico y de limitado a un pequeño grupo - treinta y tres comensales tiene el Banquete -, es en un sentido religioso un llamado para todas las criaturas humanas. Un personaje, el Salmodiante de la Ventana, llama a Cristo "El Demócrata del Reino".
Una de las claves de la obra es la teoría de las edades del hombre, que significan una cronología de la decadencia. Si alguna debilidad hemos de señalar en El banquete de Severo Arcángelo es su excesiva subordinación a la exposición de un pensamiento simbólico - religioso. Pero es igualmente importante señalar la maestría del narrador, que ni siquiera se acerca a la exposición al modo ensayístico. Son personajes llenos de vida - como Severo Arcángelo, Frobenius, Bermúdez, Gog y Magog - los que van enhebrando las diferentes etapas, y la aparente pobreza argumental se llena de peripecias y episodios en los Lisandro Farías y va recorriendo el camino del Banquete.
A una obra rica y apasionante, como es el Adán Buenosayres, le continuó una novela que refleja antes que nada las actuales preocupaciones teológicas de su autor, quien vincula la "vida ordinaria" y los problemas sociales con una etapa final en la decadencia del hombre.
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